*Imagen principal tomada de la web https://www.caminoalaescuela.com/
Los jóvenes y niños de hoy quieren ser de profesión“youtubers”, futbolistas, o ricos. Estas son las respuestas de muchos de nuestros niños a la pregunta por su profesión en el futuro. Ser youtuber o futbolista no tiene nada de malo en sí mismo. El problema está en la razón para desear esas profesiones, y es la fama y la riqueza. Normalmente no quieren ser futbolistas por los valores implícitos en el deporte como el esfuerzo y la superación, que de ser así, estaría muy bien.
Esta realidad es una pequeña fotografía de nuestra sociedad, de sus valores y de escasez de aspiraciones. Lo verdaderamente preocupante es que hemos perdido el sentido de trascendencia, en el más puro sentido Unamuniano, “Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir».
Esa trascendencia entendida como el noble deseo de querer hacer algo único, especial, imborrable, de que nuestra vida deje alguna huella en el mundo y en los demás. En general, y por desgracia, estamos perdiendo el deseo de saber por el valor que el conocimiento tiene en sí mismo; El saber científico o humanístico, en el que se ha basado el desarrollo y el progreso de la humanidad a lo largo de los siglos.
Es preocupante que muchos de nuestros jóvenes tengan una actitud apática ante la vida y que no valoren el conocimiento, o las posibilidades de formación que tienen a su alcance. Los valores como la superación y el esfuerzo no están de moda. Y es que nuestra sociedad no ensalza precisamente a aquellos que se esfuerzan si no a los que sin esfuerzo consiguen llegar a “algo”, este algo de nuevo, asociado a fama y a dinero. Así «los modelos» en los que se fijan nuestros niños no son empresarios, científicos, escritores, compositores, si no, ricos y famosos.
Trascendencia también supone salir de nosotros mismos, trascender nuestro propio ser para buscar nuestra realización a través de los demás.En los demás encontramos la verdadera manera de realizarnos. Es fundamental que nuestra sociedad sepa transmitir este valor de entrega y de solidaridad. El individualismo es culpable de muchos de los peores problemas sociales, fobias, nacionalismos, guerras y violencia. Falla la forma en que transmitimos los valores a nuestros jóvenes. El mensaje más importante es que busquen en su vida la finalidad, el propósito que de sentido a todo lo que hagan.
Cuando pienso en esto, siempre me viene a la mente la parte final de la película/documental “Camino a la Escuela”, de Pascal Plisson. Me emociona, pero sobre todo me produce un gran respeto y admiración la parte final en la que los protagonistas hablan de sus sueños de futuro. Es un gran contraste si pensamos en muchos de los jóvenes de nuestra sociedad. Estos niños cada día recorren kilómetros para ir a la escuela poniendo incluso sus vidas en peligro, pero aún así, se sienten afortunados por ello, por poder tener acceso a una formación. Nos hablan de sus sueños de futuro con un brillo especial en los ojos y con una gran sonrisa. Quieren estudiar y dar lo mejor de sí mismos para contribuir a hacer un mundo mejor. Su finalidad es trascendente, va más allá de sí mismos, quieren ayudar a los demás. Este “para que”, esta finalidad, es la que marca realmente la diferencia.
Tal vez, la realidad de nuestro mundo desarrollado, lo que llamamos progreso no nos deja darnos cuenta de lo que verdaderamente importa, nuestras conciencias están anestesiadas, y hemos renunciado a nuestros sueños y aspiraciones. Esta es una triste herencia que dejamos a las generaciones que vienen, tenemos que lograr que los ojos de nuestros niños también brillen al pensar en sus sueños.
*Imagen principal tomada de la web https://www.caminoalaescuela.com/
El brillo en sus ojos por Cuestión de Ideas está licenciado bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.