¡Hay empresas ruínes! Esta afirmación es muy dura si recordamos la definición del adjetivo ruín: Que es despreciable por cometer o ser capaz de cometer malas acciones, con falsedad, hipocresía, traición o engaño.

Pues aunque parezca increíble hay empresas capaces de comportarse así. Normalmente la gran pista que tenemos para reconocerlas es el modo en que tratan a las personas, comenzando por sus empleados. La buena noticia es que las empresas ruínes, pronto serán empresas en ruinas/ arruninadas porque nadie quiere formar parte de ellas.

Qué importantes es cuidar la esencia, el interior, los cimientos antes de sacar brillo al exterior. Siempre es mala idea empezar la Casa por el Tejado, (como diría Fito..)

Para hacer bien las cosas, hagamos caso a Platón,  «Ante todo es necesario cuidar del alma si se quiere que la cabeza y el cuerpo funcionen correctamente».

Hay que empezar desde dentro hacia fuera y no a la inversa. En el mundo de las empresas y las organizaciones, el alma se corresponde con las personas que son las que forman la organización y que son lo verdaderamente importante.

La empresa tiene que establecer una relación con sus personas, una relación basada en el diálogo y en la comunicación. Es fundamental que la relación se establezca de forma ética. Esto exige un reconocimiento en el otro, es decir, reconocer a cada persona por su humanidad, su dignidad y el valor que tiene en sí misma. Y no como un bien que voy a utilizar, del cual voy a usar la fuerza de trabajo. Quizá suene arcaico, parecen palabras de Marx, pero sigue sucediendo, este concepto desgraciadamente es actual. Y mucho más si pensamos en la situación de muchos países subdesarrollados. Si no hay un reconocimiento de igualdad entre pares, no puede existir diálogo ni interlocución porque partimos de la base de una relación desigual.

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Nos quejamos de que no hay comunicación interna en las empresas, la verdadera razón es que no se quiere escuchar, sólo se pretende imponer la manera de hacer las cosas. Si en una empresa falla la relación con las personas, falla todo. El gran paso que han de dar las organizaciones es basar la relación con las personas en la Confianza mutua.

Quiero  aplaudir y felicitar de verdad a las empresas que están haciendo las cosas bien, o que por lo menos lo están intentando y están preparando el camino. Pero el hecho es que la gran mayoría, aún están llenas de personas desmotivadas que envidian a aquellos que tienen la oportunidad de irse.

El mejor indicador de que una empresa es Responsable y transparente es que sus empleados estén orgullosos de trabajar en ella. Esa la mejor manera de hacer “Employer Branding”, y el mensaje que proyecta la empresa es de coherencia. Por eso se habla tanto de que la Responsabilidad Social fomenta el compromiso, el engagement. Yo diría más bien que la única base de la que podemos partir para hacer Responsabilidad Social son las personas.

Así que, para ser responsables, antes de pensar en plantar árboles, hacer donaciones  e incluso hacer voluntariado, hay que ocuparse de todas y cada una de las personas que están en “la casa”.

Hay muchos empleados de empresas que se ponen la medalla de la Responsabilidad social que realmente sienten vergüenza de las iniciativas de cara a la galería de su organización, y se preguntan  de qué sirve usar papel reciclado, o tener una certificación «X»,  si no les importan sus personas.

Los empleados de la organización tienen que ser el centro de la estrategia de una empresa responsable y formar parte de la misma. Si las personas no son responsables, una empresa no puede serlo.  Hemos oído muchas veces que una empresa sólo puede tener un comportamiento ético si las personas que forman la empresa se comportan de manera ética.

La estrategia de Responsabilidad Social de una empresa sólo puede nacer de forma dialógica con sus personas. Normalmente incluimos a los empleados como uno de los Grupos de interés de la empresa pero yo me atrevería a separarlos de alguna forma. Cada una de esas personas deciden cómo es esa empresa cada día, por lo tanto hay que hacer que sean partícipes del plan de Responsabilidad desde el primer momento.

Es una decisión que hemos de tomar cada día, la de hacer las cosas bien. Si de verdad queremos que nuestra empresa sea diferente, sea responsable en esencia, desde dentro, nuestra primera tarea es la de formar a nuestras personas en Responsabilidad, en ética.  Comunicar de forma eficaz y tener herramientas que lo faciliten.

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