¡Negocios! – gritó el espectro, retorciendo nuevamente sus manos -. Hice negocio con la humanidad entera. Hice negocio con el bien común. La caridad, la piedad, la clemencia y la benevolencia: con todas ellas hice negocio. Canción de Navidad. Charles Dickens.
Es conveniente de vez en cuando pararse a pensar en lo que hemos hecho, lo que hacemos y lo que vamos a hacer. Quizás para eso se inventaron las crisis, que deben de ser cíclicas por convenio. Cuando nos dejamos llevar sin más por el devenir de los acontecimientos es fácil perder de vista nuestro objetivo.
Si analizamos el recorrido histórico de los Recursos Humanos, el propio nombre nos hace pensar: Los Recursos no son más que los medios que tenemos a nuestro alcance, y el fin de éstos son los humanos. Nunca a la inversa.
En ocasiones, como el fantasma de la cita del Cuento de Navidad, hemos hecho negocio con la humanidad. Hemos descuidado los aspectos que conforman los valores de una vida plenamente humana, en pos de una mayor productividad y de un incremento de la técnica y la tecnología. Es preciso revisar y ordenar nuestras prioridades.
En palabras de Heidegger, la verdadera amenaza ha tocado al hombre en su ser mismo. El reino de la organización nos amenaza con la posibilidad de que el hombre pueda perder el camino de su encuentro consigo mismo, con su humanitas.
Los Recursos Humanos son el corazón de las organizaciones y humanizan a la empresa. ¡A nuestros Recursos, nada humano les debe ser ajeno! Su misión debe ser humana y humanista.
La finalidad de las organizaciones tiene que defender y respetar la misma finalidad de la vida humana, y de este modo su dignidad. Si perdemos de vista nuestro verdadero objetivo nos convertiremos en Recursos inhumanos y deshumanizados.
Pero, ¿cuál es la finalidad de la vida humana? Parece ser, como reconociera ya Aristóteles, que la felicidad es algo que queremos y buscamos por sí mismo, y las demás cosas las deseamos en función de que nos ayuden a lograrla.
La felicidad necesita de los bienes externos, pues es imposible, o no es fácil, hacer el bien cuando no se cuenta con recursos. Ética a Nicómaco. I, 8, 1099B, 1.
Pero… ¡sí contamos con Recursos! Y es que Aristóteles ya veía la necesidad de implantar los Recursos humanos, que no son sino un medio para conseguir que los hombres sean más felices.
Nuestra planificación estratégica tiene que prever las necesidades presentes y futuras de la sociedad sin perder de vista la meta. Llevamos un largo camino recorrido en avances de la gestión, de la organización, de las competencias, del talento,… pero a veces damos pasos atrás. Todo el trabajo que se aleja de unos Recursos verdaderamente humanos, es un auténtico retroceso.
El momento actual exige un esfuerzo de catarsis, para convertirnos en arquitectos (término de Ulrich) que hagan compatibles los beneficios empresariales y la posibilidad de continuidad de la vida propiamente humana.
Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar. Bauman.
Nosotros tenemos mucho que aportar en este sentido. Cada organización empresarial supone una parte muy significativa de la sociedad y el cambio de mentalidad de cada empresa puede influir de forma determinante.
¡Podemos repensar los Recursos Humanos! Plantearnos un cambio de paradigma nos conduce a recuperar el pensamiento humanístico, que pone al hombre en el centro y devuelve la confianza en la humanidad.
Y este cambio de mentalidad es posible, de hecho, parece ser el camino: Los Recursos Humanos del futuro van de la mano de la responsabilidad. Su ayudante es la ética, que ha estado aparcada mucho tiempo porque no sabemos muy bien qué es ni para qué sirve. Nos quedamos con su finalidad aristotélica, donde la ética es un saber práctico que sólo procura la felicidad del hombre. Ése es entonces nuestro objetivo.
No podemos permitirnos ejercer como mercenarios profesionales. El trabajo de los nuevos humanistas exige reinterpretar la realidad cada día, ejecutar planes y estrategias dirigidas al futuro. Nosotros hacemos emerger la humanidad de las organizaciones desde la interacción.
La Navidad se aproxima y, quisiera terminar con la idea que subyace del famoso cuento de Charles Dickens, A Christmas Carol, y con la que hemos comenzado: aprender del pasado para mejorar el futuro.
El protagonista de este cuento es un avaro y tacaño empresario que es visitado por tres fantasmas en la noche de Navidad. Ebenezer Scrooge decidió cambiar tras la visita de los fantasmas.
Pero, ¿cómo terminará el Cuento de Navidad para los Recursos Humanos?
El fantasma del pasado viene a mostrarnos la historia, nuestros éxitos y fracasos. Nos muestra el camino recorrido y los logros alcanzados. Nos recuerda lo que tenemos que aprender, o lo que no tenemos que repetir jamás.
El fantasma del presente nos invita a mirar a nuestro alrededor. ¿Cuál es nuestra realidad? ¿Qué necesita nuestro presente? ¿Qué quieren nuestras personas? Sin una contextualización adecuada no podemos actuar ni dar respuestas. Nuestro mundo es global, multicultural y cambiante.
El fantasma del futuro, nos muestra cómo puede ser nuestro destino, según las decisiones que tomemos en el presente.
La mejor forma de predecir el futuro, es crearlo. Peter Drucker.
Los Recursos humanos pueden abanderar el cambio decisivo para humanizar las organizaciones empresariales. Están en el centro y son el corazón de cada empresa que conforma nuestra sociedad global.
Y la historia termina diciendo: “El Sr. Scrooge llegó a a ser tan buen amigo, tan buen patrono y tan buen hombre como el mejor que hubiera conocido cualquier ciudad de este viejo mundo”. ¡Ojalá pueda decirse lo mismo de nuestros Recursos Humanos!
Publicado en Foro de Recursos humanos José Herrador: https://fororrhhjoseherrador.blogspot.com.es/2013/12/felices-recursos-humanos-por-ana-lopez.html#comment-form
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