“La modernidad consiste en forzar a la naturaleza para que sirva obedientemente a las necesidades humanas” Zygmunt Baumann
Los pensadores de nuestros tiempos como Baumann, han alzado la voz sobre los grandes problemas de la sociedad actual. Problemas interrelacionados que provienen de una profunda crisis humanista, que se ha olvidado de lo verdaderamente esencial para el hombre. La pregunta es cómo acabar con esta crisis de valores, ¿tiene solución?.
Seguimos avanzando en la carrera del progreso, un progreso que en lugar de humanizarnos, nos convierte en “datos”. Datos deshumanizados que sólo interesan como consumidores de productos, servicios e información. La tiranía del progreso, los datos, la digitalización y el consumo ha supeditado los valores humanos a los valores de mercado en pos del “progreso”.
¿Existe alguna forma de resistencia o de acción que pueda generar un cambio positivo? El filósofo surcoreano Byung Chul- Han en sus libros propone formas de resistencia pasiva a esta sociedad “transparente” que nos expone hasta hacernos perder la esencia de una individualidad que nos humaniza. Reflexiones como la suya y la de pensadores como Baumann nos interpelan y nos hacen caer en la cuenta de las carencias y excesos de nuestra sociedad.
Excesos como el ritmo acelerado de nuestras vidas que consume jornadas en una constante huida hacia adelante, pero sin saber muy bien hacia dónde. ¿Quién marca ese ritmo? ¿Somos nosotros? Parece que el ritmo de esa rutina agotadora viene marcado desde fuera, nos obliga, pero es autoimpuesto. Citando de nuevo a Byung Chul-Han, hoy en día nos “autoexplotamos” creyendo que nos estamos realizando, es una de las formas de tiranía a la que nos somete la revolución industrial (parece ser la 4ª )pero el componente decisivo de esta revolución es el universo digital en el que vivimos inmersos. Un mundo digital en el que nos creemos más libres, pero sólo es una ilusión de libertad.
Este momento socio-económico provoca una serie crisis encadenadas, que se convierten en círculos viciosos difíciles de romper.El exceso de exposición y transparencia malentendida nos convierte en datos manipulables que utilizan para cautivar nuestros impulsos consumistas. La producción sigue aumentando para saciar nuestro afán de consumo directamente relacionado con nuestra necesidad de exposición social. Pero la producción tiene un límite y no es nuestra ambición, sino lo efímero del planeta con el que sólo contamos como materia prima.
Heidegger planteó la ruptura de la relación natural del hombre con la naturaleza, esa relación se ha roto, ahora es una relación violenta que sólo pretende explotar los recursos para un beneficio particular.
La relación del hombre con sus iguales, también parece estar rota de alguna manera. Queda mucho por hacer para ver en “el otro” a alguien igual que yo. La solidaridad, la igualdad, el respeto, no son valores palpables en nuestro día a día, ni que la sociedad haya interiorizado. Desgraciadamente son muchas las expresiones de estas patologías sociales: diferentes tipos de discriminación, violencia de género, acoso escolar, racismo, xenofobia, aporofobia…etc..
Esta ruptura en la relación con la naturaleza y con los demás tiene como consecuencia, la corrupción, otro de los grandes problemas que detectamos si nos detenemos a hacer una auditoría de la sociedad. La corrupción tiene que ver con supeditar el interés común y aquello que es correcto a mi interés y conveniencia particular.
La triple dimensión, los tres criterios (ASG) por los que queremos que se rijan las empresas e Instituciones según la Responsabilidad Social Corporativa, es reflejo del análisis de los tres graves problemas sociales: El problema medioambiental, social y ético.
Queremos que las empresas tengan políticas de RSC, que integren estos criterios de forma voluntaria en sus operaciones diarias, que se impliquen y quieran solucionar problemas, prevenirlos e incluso repararlos. Pero ¿cómo nos ocupamos de que estos criterios lleguen a cada ciudadano, a cada persona y de que nos rijamos por ellos?
El buen gobierno corporativo, es fundamental, es algo apremiante. La percepción de la Corrupción en España según el Índice de Transparencia Internacional viene cayendo en picado desde el año 2000. No son buenas noticias. Pero, esto no se soluciona desde los Consejos de Administración de la grandes corporaciones. Existen una especie de “tragaderas sociales” de comprensión y aceptación de conductas individuales que no son precisamente éticas. ¿Acaso está mal copiar en un examen?, ¿hackear la red wifi del vecino? ¿Quedarse con el cambio si te han dado de más?¿utilizar información confidencial o privilegiada en beneficio propio?¡No pasa nada! Son pequeñas formas de corrupción, pero todos lo hacen y lo entienden. Para la corrupción personal y organizacional no hay excepciones, ni aspectos insignificantes. Tenemos que dejar de ser tolerantes con este tipo de comportamientos individuales.
No tengo ninguna duda de que la RSC logrará integrar estos criterios en las empresas para su propio beneficio y beneficio de todos. Pero la reflexión es que esta triple dimensión es la que tiene que imponerse y “formatear” nuestra sociedad para que:
- Podamos dejar un planeta que las próximas generaciones puedan seguir viviendo de una manera digna y verdaderamente “humana”
- Para que sea realidad que todos las personas del mundo son iguales en derechos y en dignidad y terminemos con todas las expresiones de fobias y patologías sociales
- Para que dejemos de ser datos para las empresas y lo peor, dejemos de comportamos como tales. Datos que sólo existen para consumir, exponerse y seguir consumiendo.
Las empresas e instituciones están generando ya una labor de concienciación sobre estos aspectos, sobre todo el aspecto medioambiental. Pero es la educación la única capaz de transformar la sociedad. La educación es el momento de la ética y de los valores, es el momento de formar y fomentar los valores de esta triple dimensión de la Responsabilidad Social Corporativa e individual.
Demos a los niños y jóvenes herramientas de pensamiento crítico con las que cuestionarse la realidad, hay que conocer, interrogar e interpretar la realidad para poder transformarla. Incluyamos en los planes de estudio estos criterios que formen personas que sepan pensar y mirar en estas tres dimensiones. Es urgente este cambio de mentalidad en la formación. Sé que el mañana será mejor, la educación es la herramienta más poderosa de transformación social.
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