Más que buscar la felicidad como objetivo y fin de nuestras vidas deberíamos enfocarnos en llenarla de sentido. Un propósito o una finalidad que nos llene el alma y de esa manera, saborearemos la felicidad. Este cambio de miras puede ahorrarnos muchos disgustos y sobre todo frustraciones.

Ya que estamos comenzando el año y es momento de propósitos, este podría ser uno de ellos, más bien el principal. Nuestro propósito vital, ése que da forma a lo que somos y lo que hacemos, aquello que nos mueve a levantarnos cada mañana.

Cada año por estas fechas vuelvo a ver la película “Qué bello es vivir”, de Frank Capra. Siempre resulta emocionante e inspiradora. De año en año descubro un aspecto nuevo en el que fijarme y sobre el que reflexionar.

Este año he descubierto que las empresas con propósito de las que tanto hablamos en esto de la Responsabilidad Corporativa ya estaban inventadas. Y es que la empresa de préstamos de la familia Bailey es un gran ejemplo de lo que es una empresa nacida con un propósito social, uno de los mejores y de los más claros que he visto. Estoy segura de que hoy podría certificarse como empresa BCorporation, ya que su misión es un fin social y es una empresa de beneficio compartido.

Es interesante la discusión entre los protagonista George Bailey y el Sr. Potter, el hombre más rico de la ciudad. Cada uno tiene su particular visión de lo qué es una empresa y cómo dirigirla. Para el Sr. Potter lo importante es la productividad y el beneficio no compartido claro, sólo importa, y por encima de todo, la cuenta de resultados. Sin embargo, George Bailey dirige una empresa basada en la confianza, dónde lo importante son las personas y su dignidad. La empresa de Bailey nace para que los ciudadanos de Bedford Falls puedan tener una vida y una vivienda digna. Esto es verdaderamente una empresa con propósito y con valores.

La idea que quiero destacar es que son las personas como Bailey las que hacen empresas como ésta. Sólo las personas con sólidos valores, y con un fuerte compromiso, las que cambian su entorno y terminarán cambiando el mundo.

Nuestros valores profesionales impregnan nuestro trabajo y nuestras empresas. La meta es convertir a cada empresario, directivo y profesional, en el mejor para el mundo.

George Bailey no buscaba la felicidad, si no llenar su vida de sentido. Fue capaz de sacrificar sus propios deseos para hacer lo que creía correcto, pensando más en los demás que en sí mismo. Este es el cambio de perspectiva de la que hablamos. La felicidad de la que hablaba Aristóteles, la eudaimonía. Aquella que tiene que ver con una vida plena en sentido ,propósito y significado, y no con una felicidad folclórica y pasajera.

 

Sólo en la misma medida en que el hombre se compromete al cumplimiento del sentido de su vida, en esa misma medida se autorrealiza. Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”.

 

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